En agosto de 1858 Pedro Santana dio un Golpe de Estado al gobierno del Presidente José Desiderio Valverde, en Santiago. Durante este tercer gobierno, el país enfrentó una grave crisis económica como resultado de la Revolución de 1857. Los cortes de madera, que eran el principal renglón de exportación, se redujeron considerablemente. La explotación era la principal forma de recaudación del pueblo dominicano, por lo que el gobierno estaba sin recursos.
El general Pedro Santana procedió a reubicar la sede del gobierno en Santo Domingo y a legitimar su mandato convocando a unas elecciones en las que resultaron elegidos como Presidente Pedro Santana y Vicepresidente Antonio Abad Alfau.
Políticamente, los continuos rumores de las intenciones de una nueva invasión haitiana por parte de Faustine Soulouque mantenían en tensión al país. Las intenciones de Faustine Soulouque no se concretaron debido a un movimiento de oposición interna, encabezado por el general Fabré Geffrand, que lo derrocó en [[diciembre de 1858. El general Fabré Geffrand tenía una actitud diferente y ofreció garantías al gobierno de que los haitianos deseaban un entendimiento con República Dominicana.
Un problema económico, heredado por Pedro Santana de la gestión de Buenaventura Báez, era la gran cantidad de papel moneda devaluada circulante. Este dinero había sido emitido por Buenaventura Báez para estafar a los tabaqueros del Cibao, en 1857.
Pedro Santana siguió haciendo en secreto grandes cantidades de emisiones monetarias sin respaldo, perjudicando las finanzas nacionales. La justificación para estas emisiones era la necesidad de prepararse militarmente para resistir una posible invasión haitiana.
A pesar de las garantías ofrecidas por el Presidente Fabré Geffrand, Pedro Santana retornó sus intentos de búsqueda de un protectorado con España bajo la premisa de la inminencia de un ataque haitiano. En 1859 el general Felipe Alfau viajó a España para gestionar un protectorado con la Reina de España Isabel II. El mismo Pedro Santana escribió una carta a la reina en la que le expresaba su interés, no en un simple protectorado, sino en la Anexión a España.
Pedro Santana y los sectores de poder interesados en la Anexión esperaban que con ésta pudieran beneficiarse de diferentes maneras, principalmente garantizar sus puestos y sus privilegios sociales. España deseaba que la Anexión pareciera en todo momento como la voluntad del pueblo dominicano. Para tales fines, Pedro Santana procedió a reunirse con los jefes militares y sectores políticos más importantes a lo que informó y convenció de que apoyaran la Anexión. Cada uno de ellos debía garantizar la adhesión de la población. Aquellos que manifestaron desacuerdo fueron enviados al exilio.
El 18 de marzo de 1861, cuando se proclamó la Anexión a España, el pueblo dominicano confirmó los rumores que habían corrido durante meses. Inmediatamente empezaron a salir los manifiestos de apoyo, tal y como había sido acordado por los seguidores de Pedro Santana. Santana fue nombrado gobernador de Santo Domingo, pero pronto descubrió que las cosas no serían como él había planeado, ya que las directrices españolas tomaban todas las decisiones.
El descontento alcanzó incluso a los sectores anexionistas que no lograron conseguir los beneficios que esperaban. El mismo Pedro Santana se sentía incómodo con la pérdida de su influencia y autoridad. Alegando quebrantos de salud, renunció a su cargo el 20 de julio de 1862.
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