Nacido en San Juan de la Maguana, en 1834, con apenas catorce años, comienza una vida marcada por la acción y la lucha. Milita con valía en el ejército en los días de la guerra de la independencia.
Es analfabeto pero quiere aprender, y además de forma rápida. Lo hará en seguida. Aprenderá a leer y escribir con la ayuda de un soldado durante los momentos de descanso en las largas jornadas de golpes y contragolpes. Al terminar la guerra aquel joven es un valiente cabo. Cuando llega el momento de la anexión a la metrópoli es un leal capitán al nuevo régimen en la región de San Juan.
En el momento en que la vida política del país empieza a polarizarse por azules y rojos reflexiona y decide que el Partido Rojo será su formación. No lo duda. Desde ahora luchará bajo esa bandera. Su poder e influencia crece en la región. Cuando empezaba la hegemonía del Partido Azul, ningún otro militar aparece como la figura clave para asegurar la paz en aquellas comarcas.
Al morir el General Lilís, los acontecimientos le acorralan. Trata de perseguir y acorralar a los revolucionarios de Moca. Pero es demasiado tarde. El país entero es un clamor. La revolución se extiende como un reguero por el corazón del Cibao.
Todo es ya inútil. El viejo régimen ha muerto. El tozudo general no sólo no pudo sino que tampoco no quiso tener un sucesor. De nuevo una Junta toma el poder para organizar la transición. Cansado y abatido se retira. Morirá en 1910 en Santo Domingo. Al irse de la escena política simboliza en cierta forma al hombre que cerró la puerta. El viejo país queda atrás. Nacerá ahora un nuevo escenario con otros protagonistas.
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